Un Nazareno en el Balcón

Artículo escrito en el diario El Mundo

La Alfalfa tiene un color antiguo en esta mañana de llovizna de primer viernes de marzo, como la voz de placa de una saeta. Te das cuenta allí. Te lo encuentras de frente. Es un cartel sobre una blanca sábana extendida
sobre una fachada: <>. Desde ese momento, a todos los transeuntes le empiezas a ver cara de nazareno.

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Y has doblado la esquina de la calle de las Escobas, y allí, frente a Chicarreros, sí que está detenido el tiempo. ¿Has visto cómo pesa este año el tiempo en los escaparates del Siglo Sevillano? El reloj marca allí los días que faltan. Viendo esta decadencia ¿de qué año será ese Domingo de Ramos que señala? Y ves una cierta agonía de Sevilla en estos escaparates, tan brillantes antaño, tan baldíos hogaño. Y crees que una Sevilla va a faltar. Te retiras hacia el arroyo de la calle para ver el balcón. Esperas que el nazareno no va a estar este año asomado. Todos los días descubres Sevilla. Por que contra lo que pensabas, allí está asomado el nazareno del Siglo Sevillano. Tiene cuerpo. Tiene alma. Es quizá el padre, ya muerto, del sevillano con cara de nazareno que viste por la Alcaicería. Es un sevillano que viene todos los años del otro barrio, se viste de nazareno y se pone a ver cómo están montando los palcos. Ayer estaba en su balcón el nazareno del Siglo Sevillano y era una Sevilla antigua que encendía sus hachones para el Vía Crucis del marqués de Tarifa.